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Lo que empezó como una competición de los alumnos del Máster DirCom, debido a un trabajo que nos habían encargado en clase, se ha convertido en un pasatiempo muy entretenido del que espero todos disfrutéis tanto como yo buscando y subiendo noticias curiosas.

viernes, 27 de noviembre de 2009

Un chino vive con sólo medio cuerpo


La historia de Peng Shuilin es la de un empresario chino que demuestra su afán de superación ya que vive con la mitad de su cuerpo, debido a un accidente que le dejó sin partes de él.

Peng Shuilin mide 78 cm después de sufrir un accidente (le atropelló un camión) que le dejó con sólo la mitad de su cuerpo, esto es, no tiene piernas, ni órganos genitales ni parte de la cadera.A este empresario, que tiene una cadena de supermercados, le cambió la vida hace 14 años, cuando fue atropellado en una ruta en el sur de la China. Su vida estuvo en peligro pero al final sobrevivió al brutal accidente pero dejándole unas secuelas importantes. Superó varias operaciones gracias a las cuales pudo superar su grado de inconsciencia, en el que le sumió el suceso, y recostruir la parte del cuerpo que quedaba como su torso para que los órganos que le quedaban sobrevivieran.Ahora, pasado el tiempo, Peng Shuilin puede caminar con la ayuda de un corset y piernas ortopédicas. El director de hospital Bujie (donde se encuentra Peng), Lin Liu, ha dado la clave de este milagro: Shuilin "estuvo bien cuidado, pero su secreto es la alegría, nunca se deprime". Para muestra un ejemplo, Peng supo sacar partido a su grave situación y puso como eslogan de su tienda de supermercados "El supermercado del Medio Hombre todo a mitad de precio"."Acabamos de hacerle un chequeo general y está mejor que la mayoría de los hombres de su edad. Es impresionante porque es la única persona en el mundo que sobrevive con tanta cantidad de cuerpo amputado", concluyó el médico.
FUENTE: ORANGE

300 orgasmos al día


Michelle Thompson sufre el síndrome de excitación sexual persistente


Hay mujeres que darían lo que fuera por tener un par de orgasmos a la semana. Y, sin embargo, durante años Michelle Thompson hubiera dado lo que fuera por bajar de los 300 al día. Durante años pero ya no. Porque Michelle ha dado por fin con la horma de su zapato: Andrew, un vecino divorciado capaz de satisfacer su voracidad.
Lo de Michelle no es un vicio sino una enfermedad poco frecuente llamada síndrome de excitación sexual persistente. Una anomalía que hace fluir más sangre de la debida hacia los órganos genitales propiciando el clímax y la excitación sexual.
Durante años ha intentado buscar una cura para su trastorno. Ahora no. Ahora está más o menos satisfecha: "Si alguien viniera y me quitara para siempre mis orgasmos, creo que quedaría devastada".
Hasta ahora Michelle había sobrellevado su trastorno entre la alegría y la desolación. Alegría por el trajín repentino y constante que le late en la entrepierna. Desolación por no poder encontrar un hombre que lo satisfaga.
Los hombres se cansaban de ella
"Todos acababan cansados de mí", dijo hace unos días en las páginas de un tabloide británico, "pero cuando se lo dije a Andrew se rió y me dijo que él acabaría conmigo primero".
Dicho y hecho: Michelle y Andrew viven en la misma calle pero en casas distintas y de vez en cuando cruzan de acera para abandonarse a los placeres del dulce meneo. "Yo podría hacerlo las 24 horas del día y él también, normalmente cruzo la calle hasta su casa para tener sexo. Y lo hacemos al menos 10 veces al día", dice.
Un traqueteo que ha disparado la calidad de vida de Michelle, sumida en una insatisfacción continua por culpa del trastorno. Y no sólo en el plano personal sino también en su puesto de trabajo: tuvo que dejar su empleo en una fábrica de galletas porque el ruido de las máquinas le provocaba orgasmos continuos.
Andrew es el primer hombre que está a la altura del reto de Michelle. Y no porque ella no se haya detenido a buscar. Por su cama han pasado muchos hombres. El primero aguantó sólo unos meses, incapaz de seguirle el paso. Hubo uno que aguantó cinco años pero también tiró la toalla. "Cuando rompimos, estaba exhausto, era un hombre derrotado", dice ella.
Nada que ver con Andrew, que trabaja como limpiador en una empresa cercana a Nelson, la pedanía del condado de Lancaster donde residen los dos. Antes, Michelle buscaba una cura para sus orgasmos. Ahora no. Dice que le basta con Andrew.
"Ahora amo la vida de verdad, estamos planeando mudarnos a una casa juntos y lo haremos en cuanto podamos permitírnoslo. He estado buscando alguien como Andrew durante mucho tiempo y ahora me siento como si estuviera en el cielo", cuenta Michelle. Suponemos que Andrew, por ahora, también.

FUENTE: EL MUNDO.ES