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Lo que empezó como una competición de los alumnos del Máster DirCom, debido a un trabajo que nos habían encargado en clase, se ha convertido en un pasatiempo muy entretenido del que espero todos disfrutéis tanto como yo buscando y subiendo noticias curiosas.

jueves, 24 de diciembre de 2009

Apuesta a su esposa en un juego de cartas y la pierde

Un hombre del norte de la India apostó a su esposa durante una partida de cartas y tuvo que cedérsela a otro jugador, informó hoy la Policía, que conoció el caso cuando la afectada logró escapar de la casa del ganador de la apuesta.

La mujer, de 32 años y residente en el pueblo de Billauchpura, en la región de Uttar (norte), acudió a la Policía tras salir de la vivienda del hombre con el que su marido había jugado la partida."La mujer, que acudió a nosotros el martes, ha dicho que su marido, Raheesu, la apostó a ella cuando perdió todo su dinero", dijo un oficial del distrito de Baghpat, en declaraciones citadas por la agencia IANS. "Raheesu perdió la partida contra un tal Feroz, y forzó a su mujer a ir con el otro jugador a la casa de éste", añadió.Según la fuente, tanto Raheesu como Feroz se encuentran en paradero desconocido, aunque la Policía ha iniciado una operación de búsqueda y el oficial M.P. Singh ha ordenado el inicio de una investigación sobre el asunto."El caso es escandaloso. Hemos iniciado una investigación y prometemos tomar medidas estrictas contra los responsables del suceso", aseguró Singh.En muchas áreas rurales de la India, las mujeres son tratadas como ciudadanas de segunda fila y se considera que deben guardar obediencia a sus maridos, a menudo tras una boda concertada que lleva consigo el pago de una dote por parte de la familia de ella.
FUENTE: ORANGE


1 comentario:

  1. Es increíble lo radicalmente opuestas que son algunas culturas. Si los españoles, tan aficionados a los naipes, pudiesen solventar un matrimonio con solo dejarse perder una partidita a las cartas, los juzgados estarían más despejados. Ésto, mezclado con un poco de democracia, es decir, que las mujeres también se jugasen a sus maridos a las cartas, traería una ciudadanía mucho más contenta y autorrealizada. Copiemos, pues, las buenas costumbres.

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